martes, 1 de mayo de 2012

Tito Andrónico de William Shakespeare


Tito Andrónico es la primera tragedia escrita por William Shakespeare, por lo que estamos hablando de una obra de juventud. No interesa aquí el polémico debate académico sobre la autoría de los textos del genio inglés. Quien lo desee puede ver la cinta de Roland Emmerich, Anonymous y disfrutar de una teoría tan alejada de la realidad como provocadora sobre el autor. O introducirse en algunos de los cientos de ensayos o apartados críticos de las ediciones de Shakespeare para conocer la discusión. En cualquiera de los casos, Tito Andrónico es una tragedia de sangre profundamente marcada por la influencia de Séneca y basada en el relato de Filomela de las Metamorfosis de Ovidio. Enormemente desconocida por el público, y sin embargo, brillante.

      William Shakespeare debió de ser, por lo que podemos ver en sus escritos, un hombre realmente culto que manejaba con soltura tanto las Sagradas Escrituras como los mitos grecolatinos. Sus obras están salpicadas de citas bíblicas y basadas en relatos (o historias reales) de la antigüedad clásica. Además, el talento del bardo para manejar personajes o crear escenas es de auténtica figura, y por eso nos encontramos con un escritor con una capacidad escenográfica, dramática y literaria únicas.

      En Tito Andrónico nos encontramos con una obra de ficción, semejante a Coriolano sólo en que está ambientada en la antigua Roma. Época imperial, siglo IV o V. El Imperio Romano decae y es invadido constantemente por pueblos bárbaros, en este caso la amenaza son los godos. La sangrienta historia se reparte en cinco actos, y es la siguiente:

ARGUMENTO


Acto I
      Tito Andrónico (general romano) regresa trinfante a Roma de la guerra con los godos. Con él trae a la reina de éstos, Tamora, y a sus hijos Quirón, Demetrio y Alarbo, junto a más esclavos. Deciden la muerte del pequeño de éstos, Alarbo, como sacrificio para aplacar los muertos de los soldados romanos, con lo que Tito Andrónico se gana el odio eterno de la reina Tamora, que jura vengarse. Mientras, en Roma se decide la sucesión al trono. El emperador ha muerto y sus hijos, Saturnino y Basiano se disputan el poder. El primero es el primogénito, pero Basiano reclama sus méritos para optar al trono. Tito Andrónico, por otro lado, es el favorito del pueblo, y así se lo transmite su hermano Marco, tribuno de la plebe. Sin embargo, el victorioso general rechaza el favor del pueblo y decide que el heredero debe ser el primogénito, es decir, Saturnino. Resuelta la sucesión, el nuevo emperador quiere agradecer a Tito Andrónico su buen juicio y le pide la mano de su hija Lavinia, una romana hermosa y deseada por muchos hombres; Tito le concede el privilegio sin saber que los derechos de su hija son del hermano de Saturnino, Basiano. Éste defiende su propiedad y los hijos de Tito, Marcio, Mucio, Quinto y Lucio discuten a su padre la decisión. El padre, que se ve deshonrado lucha contra sus hijos y mata a Mucio, defendiendo la palabra dada al emperador. Pero cuando Saturnino se entera de la disputa, herido por la traición, rechaza a Lavinia y se desposa con la reina goda, Tamora. En este momento se atisba la cruel venganza de la emperatriz, ahora que se encuentra en situación de poder.

Acto II
     Demetrio y Quirón se disputan el amor de la hermosa Lavinia. Y es en este momento cuando Aarón (moro y amante de la reina Tamora) destila la esencia de su ser: el más puro mal. Les aconseja que no hagan público su amor por Lavinia, pues ésta está casada con el hermano del emperador, sino que abusen de ella en el bosque durante la cacería que ha preparado Saturnino para reconciliarse con Tito Andrónico. Aquí se descubre a un Aarón que no duda en afirmar que no importan los medios para conseguir un determinado fin, más tarde descubriremos a un auténtico demonio:

Política y ardid son los que habrán de hacer
lo que deseáis; y así debéis tener en claro
que lo que no podéis lograr como quisierais
debéis llevarlo a cabo del modo en que podáis. (II, 1)

      Una vez en el bosque Basiano y Lavinia sorprenden a Tamora y Aarón, y éstos viéndose en peligro traman un crimen y culpan a los dos hijos de Tito de la muerte de Basiano, asesinado por los hijos de la reina goda. Una vez arrojado al hermano del emperador a un hoyo, Quirón y Demetrio se llevan a Lavinia para violarla. Aarón, por su parte, llama a los hijos de Tito para que sean encontrados por el emperador y sus hombres junto al cadáver de Basiano. Marcio y Quinto son apresados y llevados a juicio ante las lágrimas de su padre, que duda del crimen pero asegura que él mismo les dará muerte si son culpables. Mientras tanto sabemos que los hijos de la emperatriz, después de violar a Lavinia, la mutilan: cortan sus dos manos y su lengua.

Acto III
      El acto tercero es el más macabro y sangriento de todos, donde se refina la maldad de los vengativos Aarón y Tamora y explota el duelo y el dolor de Tito, su hermano Marco, Lavinia y Lucio. Mientras se celebra el juicio por los hijos de Tito, Aarón transmite al general que a cambio de una mano los hijos se salvarán. Los familiares no dudan en discutir quien será el que entregue su mano, cuando Tito Andrónico, ayudado por el moro, se corta la suya con un hacha. El engaño se destapa cuando un mensajero regresa del juicio con las cabezas de Marcio y Quinto y la mano de Tito. Además, el general descubre la atrocidad cometida a su hija, traída por Marco. La venganza está en marcha, y la sangre a punto de regar Roma.

Acto IV
     Lavinia se las apaña para acusar ante su padre, tío y hermano a Demetrio y Quirón de su crimen. Sobrecogen las palabras de Shakespeare: Stuprum. La familia empieza a diseñar la venganza. Mientras, sabemos que la reina goda tiene un niño negro (fruto de Aarón) y el padre decide sacarlo de Roma para que no sea asesinado ni se entere el emperador. Pretenden cambiarlo por otro niño. Por otro lado, Tito Andrónico ordena a su hijo Lucio reunir un ejército  y atacar junto a los godos Roma. Cuando el pueblo se entera cunde el pánico. Saturnino se espanta y Tamora lo tranquiliza asegurándole que negociará con Tito Andrónico y conseguirá que el veterano militar convenza a su hijo de que desista de invadir Roma.

Acto V
     El ejército, con Lucio a la cabeza, entra con las armas en Roma. De camino, los godos han apresado a Aarón y arrebatado al niño negro de las garras de su padre. Por su cuenta, Tamora acude a casa del general para proponer una comida en la que discutan la situación. Se presenta acompañada de sus hijos y haciéndose pasar por la diosa Venganza, creyendo que Tito ha perdido el juicio. Éste les sigue el juego y acepta el festín. Demetrio y Quirón son apresados por parientes de Tito cuando su madre regresa para decir al emperador que acuda al banquete. Mientras, los hijos de la reina son asesinados y el propio Tito los descuartiza y prepara como alimento para su madre. Tamora devora el pastel de sus pripios hijos sin saberlo y aquí se suceden las muertes y llega el clímax de la tragedia. El propio Tito mata a su hija Lavinia para que no sufra más la deshonra y después mata a Tamora; a continuación, Saturnino mata al propio Tito y Lucio, el hijo del general, da muerte al emperador. Con lo que se cierra un círculo de sangre que es al que conduce toda venganza.

      En la venganza pierden todos. Bien explícito nos lo enseña Shakespeare en Tito Andrónio, una obra muy atractiva a pesar de su carácter sangriento, gore y macabro. Pero tengo la sensación de que las venganzas sólo pueden llevarse a cabo (o alcanzar cierta intensidad) cuando el honor es central en una sociedad. En cualquiera de los casos, los individuos nos sentimos constantemente agraviados por los más variados reproches o circunstancias. Y en este sentido, Tito Andrónico podrá ser un drama épico pero también la confirmación de que los lazos de sangre y los intereses son tan fuertes en algunos casos que pueden llevarnos a superar límites sagrados.

     Y no quiero despedir este comentario sin hacer referencia a la crueldad de Tamora y Aarón, retorcidos y malvados. El caso de Aarón es posiblemente el más evidente de demonio de todos los personajes de Shakespeare. Recuerda al sutil y malvado Yago de Otelo, pero Aarón es el diablo mismo, capaz de decir que sólo lamenta no haber cometido mil actos atroces más. Shakespeare en estado puro.

Otras obras comentadas de Shakespeare
Hamlet
FICHA
Título: Tito Andrónico
Autor: Shakespeare
Editorial: Losada
Otros: Buenos Aires, 2004, 215 páginas
Precio: 6 €

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