sábado, 1 de septiembre de 2012

La esperada de Kathleen McGowan

La esperada es una novela histórica que nació al calor del fenómeno literario El código da vinci de Dan Brown (2006), y que aprovecha igualmente el pasado para presentar de manera tergiversada pasajes religiosos oscuros o ignorados. Esta corriente mediática tiene un objetivo fundamental además de hacer dinero a partir de una mentira: desprestigiar la religión cristiana. Algunos dirán que en una novela el autor puede fabular lo que quiera. En realidad, hay dos clases de novela histórica. Una no es demasiado ética. Pues es un fraude hacer de un personaje histórico (en este caso María Magdalena) una figura falsa y presentarla como verdadera e histórica. Bien es cierto que allá cada cual si desea creer como dogma de fe lo que lea en algunas novelas, pero también es cierto que Kathleen McGowan ha escrito con La esperada una obra fraudulenta, como el falaz documental Zeitgeist, y tantos otros libelos de signo heterodoxo que juegan con la credulidad del lector y en el fondo le toman el pelo.

      He de decir en primer lugar que me dejaron de buena fe La esperada para que la leyera, creyendo, imagino, que me atraería el tema religioso de la novela. Y me atrae mucho realmente. Lo que ocurre es que en esta obra se insinúa una verdad que en absoluto se corresponde con la realidad histórica, y toda ella es un despropósito en el que la autora, o bien no ha leído los evangelios, o les ha dado la vuelta a propósito. Daré por hecho que es simple ignorancia.

      A continuación presentaré la sinopsis que hace la editorial Umbriel de la novela y acto seguido expondré unas breves notas para justificar por qué la considero un fraude. El resumen editorial dice así:

"En las calles de Jerusalén, donde busca documentación para su libro, Maureen comienza a tener extrañas visiones, en las que ve a una mujer vestida con una túnica roja. Es sólo una más de las señales que la empujan hacia el misterio de María Magdalena. Con ayuda de su primo Peter, sacerdote jesuita, la joven busca respuestas en el sur de Francia, la tierra a la que María Magdalena fue a morir y donde sigue vivo el legado de los cátaros. Allí Maureen encuentra al millonario y excéntrico Sinclair, líder de los seguidores de la Magdalena, quien le revela la existencia de una línea de sangre que incluye a Juana de Arco, Arturo de Inglaterra, Lucrezia Borgia... y que llega hasta ella, la Esperada, la única que puede encontrar el verdadero evangelio, escrito por María Magdalena. Una auténtica bomba de relojería contra los cimientos del Vaticano, un tesoro que puede cambiar la historia de la cristiandad. Un texto por el que muchos han muerto por preservarlo... y por el que otros están dispuestos a seguir matando para destruirlo".

        Con el resumen de la contraportada nos hacemos una idea suficiente del tema de la novela y, sobre todo, de sus intenciones. ¿No están ya perfectamente definido los malos? En fin, es cierto que la literatura nocilla tiene el atractivo de leerse fácil, y eso hoy en día parece un mérito literario enorme. Dirigida a lectores de ínfimo gusto y escaso nivel de exigencia, es comprensible que sea popular. Nos dicen en la editorial por otra parte que "el evangelio que ella escribió amenaza de nuevo a la Iglesia". ¡Qué manía con la Iglesia la de algunos! Lo que no sé es por qué nadie ha de creer que ese evangelio (gnóstico a decir verdad) es verdadero, y por ejemplo los sinópticos no lo son. Es más, es casi con toda seguridad imposible que María Magdalena escribiera nada. Pero nada de nada. Y esto se debe a que las mujeres judías del siglo primero eran en su totalidad analfabeta.

        Me he molestado para defender este punto con una voz más autorizada. El notable teólogo español José Antonio Sayés dice al respecto: "La mujer no tenía relevancia social alguna. No se le enseñaba la ley, pues se suponía que era incapaz de cumplirla. Asistía a la sinagoga separada de los hombres. No iba a la escuela. Ni el propio marido saludaba a su mujer cuando la encontraba en la calle. Una mujer casada que tuviera relaciones íntimas con un hombre soltero era considerada adúltera y apedreada, mientras que un casado, en la misma situación, no lo era. No se tenía en cuenta el testimonio de una mujer ni se le citaba a declarar en un juicio. Propiamente hablando, un hombre de bien no podía tener amistad con la mujer..." (José Antonio Sayés, Señor y Cristo, Palabra, 2005, p. 20).

       En cualquiera de los casos, La esperada, se mire como se mire, es un despropósito. Lo de los secretitos que amenazan a la Iglesia desde hace siglos sólo convence a los más ignorantes. Vale que María Magdalena fuera una persona a la que Jesús apreciara, pero como a tantos otros. Lo que no es honesto es hablar de matrimonio entre Jesús y María Magdalena, de amor sexual entre ambos o de descendientes que llegan hasta nuestros días. El capítulo 19 de San Mateo ilustra perfectamente la opción célibe de Jesús. Cristo, dirigiéndose a unos fariseos que le hacían preguntas, les dijo:

"Moisés os permitió separaros de vuestras mujeres por la dureza de vuestro corazón, pero al principio no era así. Por tanto, os digo que el que se separe de su mujer, excepto en el caso de concubinato, y se case con otra, comete adulterio". Los discípulos le dijeron: "Si tal es la condición del hombre respecto a su mujer, no conviene casarse". Pero él les dijo: "No todos comprenden esta doctrina, sino aquellos a quienes les es concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, los hay que fueron hechos eunucos por los hombres y los hay que a sí mismos se hicieron tales por el reino de Dios. ¡El que sea capaz de hacer esto que lo haga! (Mateo 19, 8-15).

      No hay duda, entonces, de que Jesús se abstenía de todo goce carnal. Sin embargo, la grandeza de su mensaje reside aquí en que la castidad es algo voluntario, pues Él sabe que no todo el mundo es capaz de renunciar al goce carnal para entregarse plenamente a Dios. Dicho esto, y como se ha visto sobradamente, las fábulas sobre la relación entre Jesús y María Magdalena no se sostienen. Así, presentar una narración novelada como hechos históricos es un fraude, como fraude es el Libro del Amor del que habla Kathleen McGowan en la última página, antes del epílogo. Por eso la autora pretende hacer realidad el lema que pone en boca de su protagonista: "La historia no es lo que ocurrió. La historia es lo que está escrito". Por eso ella quiere hacernos creer que su historieta es algo serio.

FICHA
Título: La esperada
Autor: Kathleen McGowan
Editorial: Editorial Umbriel 
Otros: Barcelona, 2006, 480 páginas 
Precio: 16,25 €

3 comentarios:

  1. Pero tus defenzas se basan en lo q dice la biblia ....me explica lo de Adán y Eva ...es realidad o fábula???... Xq me dan a entender q tooooodo lo q dice la biblia es cierto tal cual está escrito ??!!!!

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    1. Anónimo, en el texto hablo únicamente de los evangelios, pues en ellos es donde aparece María Magdalena. Dejemos a Adán y Eva para otro momento, que ya bastante de sí da la relación entre la Magdalena y Jesús.

      Para saber sobre la Magdalena existen dos fuentes. Una, los evangelios. Y dos, el Evangelio de María, texto gnóstico que no forma parte de la Biblia. Es en este último donde aparece la idea de que María Magdalena era especial para Jesús. No hay más fuentes que estas dos; por tanto, la tarea que tiene por delante quien quiera saber qué crédito tienen unos y otro, es acercarse a los textos y conocer qué dicen de ellos los estudios más importantes que se han escrito al respecto.

      Así pues, si no se cree en la fidelidad de la Biblia, ¿por qué ha de creerse en la de un texto gnóstico? Para introducirse con buen pie en los misterios de la Sagrada Escritura le recomiendo el libro clásico del profesor Raymond Brown: «101 preguntas y respuestas sobre la Biblia». O la obra, también breve, de Josemaría Monforte, «Conocer la Biblia: Iniciación a la Sagrada Escritura» (editorial Rialp).

      Saludos.

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  2. Si dices que el libro es un despropósito.... tu comentario es un descrédito.
    El crítico no se hace por opinar sobre el contenido, sino por ofrecer la realidad sobre las técnicas de realización de la obra y por ejercer apropiadamente la comunicación.
    Lo que comentas me equivale a decir que las pinturas de Dalí son unas falacias porque no coinciden con la realidad. ¿La realidad de quien? ¿La tuya o la de Dalí?
    Podremos leer la biblia, y en ella encontraremos tantas discrepancias como querramos encontrar.
    La historia la escriben los vencedores, y eso lo sabemos todos. Que te aferres a los dogmas no justifica el descrédito.
    Lo único cierto que dices es que cada quien decide creer lo que bien le parezca.

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