viernes, 21 de diciembre de 2012

El sueño eterno (Todo Marlowe) de Raymond Chandler

Philip Marlowe es la flor y nata de los detectives de novela negra; uno de los sabuesos más atractivos e inteligentes de todos los tiempos. Y su inspirado creador, Raymond Chandler (Chicago, 1888 – La Jolla, California, 1959), un relumbrante escritor clásico de novelas negras. El sueño eterno (1939) es su primera gran novela, antes publicó algunos relatos, pero en ella aparece por primera vez el famoso detective, un personaje solitario y brillante enmarcado en escenarios de lujo y corrupción.


El sueño eterno es una pieza extraordinaria, literatura con mayúsculas, de esa que ya no queda, o que como mucho agoniza. En esta historia, Philip Marlowe investiga el chantaje a un anciano millonario (el general Sternwood) por la deuda de juego de una de sus hijas. Informaciones comprometidas, negocios turbios y una sociedad muy conservadora se enredan como dos amantes celosos. Como es natural en las novelas negras, detrás del falso decorado se esconde un escándalo mayor del esperado. El género exige esas cosas. Pero sólo aquellos que lo dominan, como Chandler en este caso, reúnen la capacidad para dibujar claroscuros y mantener el suspense, fabricar un guión complejo y entretenido y escribir deliciosamente aderezando la narración con diálogos afilados e inteligentes. Las descripciones de Chandler además poseen gran fuerza visual, y una ambientación deliciosa. Y como guinda a todo esto, quien ensombrece lo anterior es un protagonista sensacional, un personaje literario gigantesco.

Pocas veces he disfrutado tanto un libro de entretenimiento puro como son las novelas negras como para coger un lápiz y anotar algunas observaciones, ni tampoco repasando una y otra vez, incansablemente, las geniales contestaciones del joven e inmortal Philip Marlowe:

—¿Trata de decirme cuáles son mis deberes, señor Marlowe?
—No. Pero me estoy divirtiendo mucho tratando de adivinar en qué consisten.

Genio y figura Raymond Chandler. En La Cueva tendrá su pequeño espacio para desafiar el olvido, junto a sus otras seis sabrosas novelas:

  • Adiós, muñeca (1940)
  • La ventana alta (1942)
  • La dama del lago (1943)
  • La hermana pequeña (1949)
  • El largo adiós (1954)
  • Playback (1954)


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