lunes, 8 de julio de 2013

La dama duende de Pedro Calderón de la Barca

No llegaba a los treinta años y Pedro Calderón de la Barca (1600—1681) ya era un autor reconocido cuando escribe en 1629 esta preciosa obra llamada La dama duende. Propia del género de capa y espada pero con una riqueza de ideas que supera su propia clasificación literaria, muestra la madurez y genialidad creativa de este autor, que, solo un año después, escribirá su gran obra maestra, La vida es sueño. La verdad es que leer esta hermosa comedia de Calderón es un placer inmenso, pero mayor aún es haberla visto representada con el texto más o menos fresco. Yo tuve el privilegio de disfrutar de esta obra en un escenario inmejorable, el elegante Teatro Romea de Murcia, y puedo afirmar que si leída es una delicia, en la escena luce de manera formidable. 


    El argumento de La dama duende no es demasiado enrevesado, pero hay que atender a la relación que mantienen los personajes para seguir sin problemas la historia. El título de la obra viene a cuento por Doña Ángela, una joven viuda que es socorrida por su hermano mayor, Don Juan. En su nueva casa, su otro hermano, Don Luis, la protege con desvelo y está al tanto de todo lo que hace, pues es un hombre ridículamente estricto y frustrado por sus fracasos amorosos. Pero ella, a pesar de todo, busca las mañas para verse con otros hombres. Por eso cuando se entera de que en su casa pasará la noche un apuesto caballero que ha sido solicitado a la Corte, Don Manuel, antiguo amigo de su hermano mayor, pretende por todos los medios entrar a escondidas en el cuarto de invitados y conocerlo. El pasadizo secreto por el que ésta entra y sale acompañada de su graciosa moza en el cuarto de Don Manuel y su criado (Cosme) da lugar a situaciones hilarantes hasta que los afectados creen que los cambios en su cuarto se deben a un misterioso duende. 

      Pero más allá del curso de la comedia lo que el autor propone es una reflexión sobre la mujer, que es vista aquí a través de los ojos de cuatro hombres diferentes y que a su vez da lugar a cuatro formas distintas de concebir el amor. Por eso Doña Ángela es el centro de la obra, el referente que Pedro Calderón de la Barca utiliza para contar, por encima de una comedia de capa y espada popular, una profunda obra filosófica que no lo parece. Algo al alcance de alguien que sí debe tener verdadero duende, alguien como don Pedro, un coloso de nuestras letras. 

     Por otro parte, y acabo con esto, me gustaría destacar la extraordinaria puesta en escena y la representación de esta obra dirigida por Miguel Narros y el fantástico trabajo actoral. A mí me gustó más el trabajo de los personajes masculinos, sobre todo la pareja formada por Chema León (Don Manuel) e Iván Hermes (Cosme), soberbios. Pero el reparto al completo estuvo excelente ese día.

      La dama duende, en cualquier caso, bien merecía un equipo así. Lo que nos lleva a pensar una vez más que hay actores españoles muy buenos y que donde verdaderamente brillan es en el teatro, porque las producciones cinematográficas son horribles y están condicionadas por las ideologías de los lumbreras que controlan el tinglado del cine español. Por eso sólo aquí se aplauden cosas como que Pedro Almodovar diga que no es un gran cinéfilo, lo que por otra parte no hacía falta que nos dijera. ¿Imaginamos a uno de los genios del siglo de oro, a nuestro insigne Pedro Calderón de la Barca, diciendo que la literatura no le quitaba el sueño?


FICHA
Título: La dama duende
Autor: Pedro Calderón de la Barca
Editorial: Ediciones Cátedra
Otros: 2011, 320 páginas


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