Japón y su literatura


He querido dedicar un apartado especial a Japón y su literatura, en el que no solamente hablaré de sus letras, sino de la idiosincrasia japonesa, de la personalidad del pueblo nipón, de su numen, de los mitos y fantasmas que lo alimentan, en definitiva, de su cultura y su arte. Sin duda, especiales. Lo hago claro está por varios motivos. Borges consideraba Japón la última civilización que quedaba, y entiendo que lo hacía, con razón además, por el amor que tienen los japoneses a su tradición y el profundo respeto con el que la transmiten. El mundo conoció a partir de ellos a los kamikazes, es cierto, pero los verdaderos suicidas somos los occidentales: escupiendo sobre nuestras costumbres, arrancando las raíces que nos han hecho grandes, negando al único Dios verdadero que se ha hecho hombre para darnos el aliento y la esperanza de caminar por este valle de lágrimas. Por eso para mí el amor a la tradición que demuestra el pueblo japones es algo digno de quitarse el sombrero. Sin embargo, no se me ocurrirá aquí idealizarlos: entre ellos también hay monstruos, y en su historia, manchas muy negras. En segundo lugar, dedicaré un apartado exclusivo a la literatura japonesa porque he crecido inevitablemente con el anime y los manga, enamorándome de algunas de sus principales obras y personajes. Más allá de esto, el espíritu japonés me parece fascinante porque expresa de modo más intenso y dramático que ningún otro la angustia existencial que produce un mundo al que no encuentran demasiado sentido. Por último, debo hacer referencia a su religión. El sintoísmo, unido además al culto al emperador, ha demostrado ser misteriosamente reacio al cristianismo. Y esto resulta para mí otro nuevo aliciente. Desobedientes a Dios y en cambio la nación más servil de la tierra, esclava de señores feudales y obediente por tanto al largo feudalismo. En fin, habrá tiempo para hablar de todo ello. De entrada, me conformo con ir educando mi paladar literario con la literatura del Lejano Oriente.


  • Literatura 

    




  • Cómic japonés

           




  • Arte 


OBRA: La gran ola de Kanawaga
AUTOR: Katsushika Hokusai     
AÑO: Entre 1830 y 1833            
TEMA: Vista del monte Fuji       
SOPORTE: Madera                     
TÉCNICA: Xilografía                      
UBICACIÓN: Metropolitan de NY, British Museum...
                 
  • Cine 
(En preparación)

  • Mitología y leyendas 
(En preparación)


1 comentario:

  1. Coincido contigo en que los auténticos suicidas somos los occidentales, "escupiendo sobre nuestras costumbres, arrancando las raíces que nos han hecho grandes, negando al único Dios verdadero que se ha hecho hombre para darnos el aliento y la esperanza de caminar por este valle de lágrimas". Creo también que haces bien en valorar y al mismo tiempo en no idealizar a Japón y su literatura.
    Es bueno conocer, nunca sabemos bastante; además, inevitablemente, se ven realidades o productos orientales con ojos de occidental. Y ocurre al revés también. Hay que ir un poco más allá de la imagen que ve cada uno proyectada.
    En las culturas, pienso que es bueno que cada una sea fiel a sí misma, cuando merece la pena. En "Felicidad de la pobreza noble", Koji Nakano ya hacía notar, a pesar de todo, cierta decadencia en ese rasgo japonés de conservar la tradición.
    Pues seguro que es la misma idiosincrasia japonesa la reacia al cristianismo, al ser de matriz fuertemente materialista -sintoísmo, animismo, paganismo y budismo como filosofía. Porque también los mismos rasgos o virtudes del japonés le pueden hacer -le hacen-, soberbio; con esa alta noción de "ser japonés". (Hay un género llamado "Nihonjinron" que engloba todo lo que se ocupa de la identidad japonesa, la visión de los extranjeros sobre Japón, que suscita gran interés y nos lleva a la constante amor-odio que existe frente a la influencia occidental). Al observar eso, paradójicamente, nos igualamos todos como seres humanos hijos de Dios, que nos hace libres y responsables, sujetos también a la tentación, como pensamos quienes creemos.
    No obstante, permanecen las diferencias notables. Tomemos el título solo del ensayo sobre estética japonesa de Tanizaki, "Elogio de la sombra". Todo muy sugestivo sin duda. Ahora, ¿no podría ser visto como un "rizar el rizo"?. Podemos valorar la sombra al tratar de fotografía, por ejemplo, igual que valorar la luz. Es verdad, merece la pena. A muchos artistas probablemente les atrae esto porque les permite "deconstruir" tal vez, como proponen Derrida y tantos hoy día... Pues hay que romper, no sé para qué -o sí-, (para buscarse un hueco), pero hay que romper.
    Así que, lo que resulta exótico de Japón, y lo oriental en general, ha ejercido mucha atracción sobre Occidente. Ya se fueron corriendo los Beatles a la India para ver a gurús y volver con el carné y el salvoconducto para la posteridad.
    El ingenio humano produce obras de interés allá donde sea.
    No hay nada como la honestidad y el sentido común.
    Aunque sea una anécdota, creo que no es necesario recurrir a ningún libro, ni técnica como la de Marie Kondo sobre el orden en casa y lo propio. Sin embargo, perdidos porque queremos, "escupiendo sobre nuestras costumbres, arrancando las raíces que nos han hecho grandes, negando al único Dios verdadero", nos aferramos a los consejos y al "coaching", en esta época de "pensamiento débil".
    Nos gusta ver "lo otro", aunque no veamos y desconozcamos lo propio. (No es tu caso, claro). Que cada uno sea fiel a sí mismo. No hay nada como hablar claro, hablar en cristiano.
    Perdón por la extensión.

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