miércoles, 16 de octubre de 2013

Niebla de Miguel de Unamuno

Publicada en 1914, Niebla es la novela más excéntrica y ambiciosa del pensador y filósofo español Miguel de Unamuno. Según el propio autor, este trabajo, que rompía con las reglas clásicas del género, daba origen a una variante de la narrativa llamada por él mismo «nivola». Su característica principal era la surrealista interacción entre el autor del relato y los personajes de ficción por él creados. Niebla es, al margen de cuestiones pintorescas, una narración desnuda libre de elementos como la descripción; y más allá del estilo, es decir, en el contenido, un profundo texto cuyo problema de fondo es la relación entre la realidad y la ficción. Cuestión en la que el filósofo vascongado se hunde porque ha calado en él, hasta la médula, el existencialismo de almas desgarradas como Kierkegaard o Nietzsche. Ejemplo de esa mentalidad es el protagonista de la novela, Augusto Pérez, un monigote digno de lástima, afectado de soledad y enfermizo ensimismamiento. 


       La excusa para contarnos la historia de Augusto Pérez es el enamoramiento del personaje, que a raíz de la sacudida que experimenta al encontrarse con el amor, se vuelve atolondrado e impetuoso. Augusto, al enamorarse de Eugenia, se enamora del concepto de mujer, de la idea, de cualquier mujer... Y su acontecer caótico, sembrado de monólogos y soliloquios, le acaba costando caro, cuando inconsciente e indeciso, juguetea a dos bandas con Eugenia y Rosario


      En realidad Augusto es un espíritu amodorrado, aislado, huérfano, que desde la pérdida de su madre sufre una soledad que lo corroe por dentro. Tristeza que vierte sobre su perro, Orfeo, un cachorro que soporta los vacilantes parlamentos de su amo con natural estoicismo; al menos durante la mayor parte del relato. Al final, incluso el animal, en un arranque surrealista de Unamuno, tiene su propia voz, y al comunicarse con el lector, lamenta la suerte de su dueño. El tono sombrío del relato, entonces, es interrumpido con frecuencia por golpes de hilaridad y humor amargo. Situaciones provocadas por las locuras del protagonista y los compromisos a los que obliga a personajes como Domingo y Liduvina, Ermelinda y Fermín, o la propia Rosario. Aunque tampoco dejan indiferente los delirios de su amigo Víctor


      Más allá de los líos que se suceden en Niebla, su contenido es desmoralizante, y el autor carga las tintas con su ambiente existencialista. Augusto ya no sabe qué es real y qué ficción; su propia conciencia es un caos en la que nadie puede poner orden —y de ahí el título del libro y la visión borrosa de la existencia de Augusto Pérez—, y su falta de madurez le precipita a la desgracia, al no saber conducir las pasiones que agita en su interior el ángel caído del amor. Y luego, entre sus reflexiones, la propia voz de Unamuno deja constancia de un pensamiento profundo en muchos asuntos, sobre todo en lo referente a la fina observación de los afectos: 

«Probablemente no nace el amor sino al nacer los celos; son los celos los que nos revelan el amor. Por muy enamorada que esté una mujer de un hombre, o un hombre de una mujer, no se dan cuenta de que lo están, no se dicen a sí mismo que lo están, es decir, no se enamoran de veras sino cuando él ve que ella mira a otro hombre o ella ve a él mirar a otra mujer».
      Que se lo digan si no a Augusto Pérez. O a Rosarito. Es decir, a las almas sencillas, aunque ignorantes. Que serían fieles a sus allegados hasta el último de sus días. En cambio, para aquellos hombres y mujeres indiferentes, que satisfacen sus interés hiriendo a otros si es necesario, como Eugenia o Mauricio, su lealtad dura lo que necesitan para conseguir sus logros. Así es el juego de la existencia, una vida entre niebla. Por lo menos nadie está dispensado de las pasiones; ya sean buenos, malos o regulares.


FICHA
Título: Niebla
Autor: Miguel de Unamuno
Editorial: Cátedra
Otros: 2004, 304 páginas
Precio: 8, 80 €

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