lunes, 9 de diciembre de 2013

He visto al diablo de frente: Los crímenes de Ciudad Juárez de Maud Tabachnik

Hablar de este libro no es fácil. Su contenido es terrorífico, pero no porque haga referencia a experiencias sobrenaturales vividas por seres humanos, sino porque se trata del incontable mal que son capaces de hacer los propios hombres. He visto al diablo de frente es una novela tremenda cuyo escenario son los crímenes, conocidos ya internacionalmente, de Ciudad Juárez. Hace ocho años, cuando se publicó este libro en España, lo compré más por intuición que por otra cosa, y su primera lectura me resultó casi insoportable; este segundo acercamiento no ha sido menos duro. La brutalidad de las mafias y el horror indescriptible de las mujeres asesinadas en aquellos lares unta de espanto este trepidante thriller de Maud Tabachnik


Sandra Khan es una periodista especializada en reportajes en zonas de guerra a la que su periódico, el San Francisco Chronicle, envía a Ciudad Juárez, un reducto de criminales con un millón y medio de habitantes perteneciente al Estado de Chihuahua, donde a diario aparecen cadáveres de mujeres en condiciones espeluznantes. La urbe, en la frontera entre Estados Unidos y México, es desde hace décadas un lugar sin alma rendido al crimen, las drogas y la violencia de las mafias. En él, las mujeres, como nos recuerda la escritora francesa, mueren por haber nacido mujeres. A ojos de cualquier persona de bien, lo que se describe aquí estremece. Las mujeres en este relato son las primeras víctimas; pero es la ciudad entera la que vive amedrentada por los padrinos de turno, los cárteles de sicarios y traficantes de armas y drogas, los pervertidos y sádicos que se creen intocables e infestan de corrupción las más altas esferas de la policía, la política y la judicatura. En ese rincón olvidado de la civilización occidental las mujeres son presas fáciles de seres de la peor calaña que se venden a las mafias para salir de la pobreza trabajando para poderosos psicópatas que mueven sus hilos en las sombras de Ciudad Juárez. Allí las personas no son nada. Quien no está en el ajo, mira para otro lado, y las familias deben aprender a tragarse su dolor sin elevar demasiado la voz, sin enseñar demasiado sus lágrimas. En realidad, esa indiferencia íntima de los mexicanos del norte con sus paisanos es su mejor manera de conservar intacto el pellejo. Y aún así, nunca se sabe. 

Éste es por tanto el peligroso marco en el que se moverá Sandra. Un lugar dantesco en el que incluso los turistas no tienen garantizado salir de allí sin verse en medio de algún tiroteo. Por suerte la periodista, que ha llegado sola a esa guarida del crimen, no investigará los asesinatos de las jóvenes mujeres en solitario. A su lado contará con Michael Ferrari, una agente de la CIA que ha entrado en el país para eliminar una red de narcotraficantes, los periodistas Isabel Arvide y Perea, la joven Violeta, o el capitán de policía Cortez. En la otra acerca, en cambio, conocemos personajes menos nobles. Entre otros, el Gobernador del Estado, Patricio Martínez, el jefe de la policía judicial, Armandáriz, el padrino Sergio Rodríguez, o los psicópatas Djemal, José Bike. El choque entre unos y otros tiene, como es normal en un relato de ficción de este estilo, consecuencias dramáticas. He visto al diablo de frente es una sucesión de muertes y escenas violentas que ponen los pelos de punta. En algunos casos por su irracionalidad, en otros por el estupor que levanta la confabulación política y policial de esta estructura del mal, pues «la corrupción está instalada en todos los estrados de la administración mexicana». Y se puede afirmar con rotundidad que «no hay policía, o está corrompida. No hay justicia, o está comprada». 

Sin embargo, hay en esta historia un rencor mal orientado por parte de la autora. Su protagonista es una lesbiana con pareja en Estados Unidos que además tiene una aventura mientras está en Ciudad Juárez, y que sirve de contrapunto para repudiar todo lo que significa masculinidad. Por un lado, Maud Tabachnik, a través de Sandra Khan, criminaliza al género masculino mientras denuncia los hechos que sirven de sustrato a la novela. Pero eso es caer de un extremo en el contrario. Demonizar al varón no hace mejor a la hembra. Por otro lado, He visto al diablo de frente es una novela en la que —no sé si con razón o no— se transmite de los mexicanos una imagen pésima. Es, no obstante, el carácter acusadamente feminista de la novela lo que afea un tanto la misma. Y digo que la ensucia porque esta ideología en el fondo degrada a la mujer, y no la redime o libera de no sé qué corsés sociales como pretenden sus radicales defensoras. Pues insisto, encumbrar el valor intrínseco de la mujer, de la que yo por cierto tengo una visión idealizada, rebajando a todo hombre, no favorece ni a unas ni a otros.

Con todo, He visto al diablo de frente es una historia desalentadora. Porque el crimen, desgraciadamente, no tiene fin. Es cierto que la mujer es más vulnerable a la violencia, y que la dirección del mal parece fluir con más insistencia en su dirección, pues la proporcionan los mismos hombres con su bárbara naturaleza. Pero no todos somos hijos de Satanás. No todos los hombres son tan malnacidos como para hacer las perrerías que se describen en este relato a las pobres e inocentes mujeres que les sirven de objetos para horrores sin nombre. Y por eso los psicópatas como los que están detrás de los crímenes de esta novela, crímenes reales como los de Ciudad Juárez, o cualquier otra ciudad del planeta, no pueden responder de igual modo que los que no odian a las mujeres, sino que aman a las que comparten su vida con ellos, a la principal reflexión de la autora en este descarnado libro:
 «¿Por qué los cuerpos de las mujeres son tan a menudo el campo del deshonor de los hombres? ¿Por qué los hombres no piensan en sus madres cuando matan a las mujeres?»


 A diario se leen las páginas de La cueva de los libros en México, y en toda América, pero desde México especialmente, de lo cual me siento muy feliz y orgulloso. Además, desde hace poco tiempo un amigo sale con una chica mexicana (si no recuerdo mal de Guanajuato), que, en cuanto la conozca en los próximos meses, le preguntaré por la situación de su país y por otro millón de cosas. Siento mucha curiosidad por sus costumbres, comidas y tradiciones. No hace falta que diga que este blog está abierto, más que nunca, a todos ustedes.

FICHA
Título: He visto al diablo de frente: Los crímenes de Ciudad Juárez
Autor: Maud Tabachnik
Editorial: Artime
Otros: Madrid, 2005, 320 páginas

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