Reflexiones en torno a la pintura: Vincent Van Gogh

Es cierto que sus obras no le valieron en vida ningún tipo de reconocimiento. Podría decirse entonces que la carrera de Van Gogh como pintor fue un rotundo fracaso. Algunos de los mejores pintores de su tiempo, conocidos suyos, como Pisarro o Gauguin, pensaron por el contrario que sus pinturas no merecían semejante abandono. El primero dijo de Van Gogh que acabaría loco o los superaría a todos. Pudiera ser simplemente que el pelirrojo no gozara del escaparate adecuado. Sea como fuere, Vincent Van Gogh es conocido hoy en todo el mundo. Cuando se cumplen 125 veranos desde que falleciera dándose muerte a sí mismo de un tiro en el pecho, frente a un trigal del pequeño pueblo de Auvers-sur-Oise.

La religión y una personalidad una tanto descompensada fraguaron un carácter impetuoso y propenso al desasosiego. Sus cuadros transpiran inevitablemente esa vocación espiritual, exacerbada seguramente por la educación severa que recibió de la secta de Calvino y Lutero. Cuando sentía necesidad de religión, decía el holandés, salía de noche y pintaba las estrellas… ¿Tendría en mente el pintor el comienzo del Salmo 19, según el cual los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento pregona la obra de sus manos? Solitario, depresivo, con inclinaciones autodestructivas, la locura fue un paso lógico en su devenir. Ni siquiera su hermano Theo, al que le confiaba todos sus problemas, impidió que el mal que corroía su alma lo destruyera finalmente.

A la hora de plasmar la realidad que tenía a su alcance, Van Gogh no imitará lo que ven sus ojos, sino que vaciará su talento modificando a su antojo la cárcel de su existencia, un mundo que le oprime y no es capaz de comprenderle. Y tiene el arrojo de hacerlo. De modificar la naturaleza a su capricho, porque lo que ve no le agrada, porque no le satisface ni sacia. La transforma en resumidas cuentas para que el resultado exprese y también, en menor medida, deleite. Con desigual fortuna, tal vez. Sin agradar a todos, claro está. Pero sin renunciar a la estética, que atiende a partir de los colores, vivos y llamativos en las obras que lo vuelven inconfundible, y la técnica empleada para extenderlos, esas pinceladas sinuosas y estremecidas, signo de su espíritu agitado y fascinante.

Su estilo es ágil y violento, espejo de esa personalidad arrebatada, exagerada, de gran hondura, de sensibilidad colosal. Y como para él no resultaría fácil tratar con sus semejantes, comunicó sus sentimientos por medio del arte. Imaginación y color dieron lugar a atmósferas con un sello inconfundible.

Nadie antes que él retorció los colores. Aunque para rizar los colores a su gusto se inspirara sobre todo en El Greco, que en pleno manierismo había demostrado su genio particular desencarnando las figuras y presentándolas también con vistosos colores puros. Así, los trazos encrespados de azul en alguno de sus autorretratos, las pinceladas en negro y amarillo en alguna de sus noches estrelladas, los llameantes girasoles, etc., son el retrato de su alma atormentada y en llanto perpetuo; informan de cómo se sentía el artista, de cómo era por dentro, de cuál era su visión de la vida… y esto es emocionante. Al pintar interiores Van Gogh trata de conjurar la realidad volviéndola más alegre, trata de hacer que su mundo, reproducido a su manera en sus cuadros, sea menos deprimente. Asimismo cuando crea paisajes, se las ingenia para comunicar un estado de ánimo que pretende exorcizar con sus pinceles, quién sabe si con esperanzas reales de disolver a través del arte los problemas que lo acuciaban. Y el resultado en la mayoría de los casos es agraciado.

¿Qué pegas ponerle entonces a un autor que deleita y conmueve con una silla, un pupitre o un campo de trigo mal pintado con pajarracos que profanan el espectáculo?

En fin, lo que creó Van Gogh ha de tener a la fuerza valor verdadero. Ignoro cuánto en términos económicos. Me refiero a un valor más intangible, no a su coste material. Pues la simpatía que despiertan esos cuadros entre el público en muy contadas ocasiones se ve en la historia del arte. ¿Y qué peros ponerle a una obra que a causa de su simpatía ha establecido una relación de fidelidad espontánea entre ella y sus admiradores?



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